por ®Salud Ancestral
Lo que nos han vendido durante décadas como una gran maravilla nutricional y un gran avance social y científico, la moderna agricultura extensiva e industrial, una de las supuestas grandes conquistas humanas del siglo XX, ha demostrado en la pésima salud pública de la humanidad de hoy ser una de las más grandes y peligrosas mentiras jamás dichas al público. No es exagerado decir que la agricultura moderna nos mata lentamente.
Cada vez que un supuesto avance como estos sale a la luz, se promocionan sin más sus grandes bondades. Propagandas y anuncios por todo lado promueven las bondades de la soya, el maíz, los aceites vegetales refinados, los alimentos transgénicos. Muy nutritivos, económicos, saludables y de avanzada, dice la falsa propaganda, hasta que todo el mundo la cree y se instala como algo normal en la cotidianeidad. La realidad es que estos alimentos solo son baratos, nada más. No presentan las cualidades que se promocionan, sino que al contrario resultan ser nefastos para la salud y para el medio ambiente.
Desde hace décadas, en que esta agricultura industrial se volvió la regla a escala mundial a partir de leyes propiciadas inicialmente por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos con el fin de producir rápidamente a bajo costo y vender masivamente productos artificialmente producidos con químicos venenosos en grandes extensiones de Tierra, la salud de la humanidad no ha hecho más que decaer en todos los sentidos. Enfermedades antes raras o desconocidas se volvieron una plaga, cáncer, enfermedades del sistema circulatorio y nervioso, trastornos digestivos graves y muchas más se volvieron pan de cada día principalmente a partir de la popularización de este sistema agrícola moderno.
El gobierno de Estados Unidos a través de la compañía química Monsanto, que está a la vanguardia misma de todos los pesticidas químicos tóxicos y de las semillas alteradas genéticamente, trata por todos los medios de imponer ese sistema en todos los demás países, exportando su pesticida cancerígeno Roundup hecho a base de glifosato, un químico muy potente que intoxica gravemente a hombres y animales y mata la vegetación, e imponiendo normatividades sobre las semillas nativas con el fin de reemplazarlas con las suyas propias transgénicas y patentadas de las cuales pueden sacar enormes utilidades. Monsanto es una compañía que originalmente fabricaba armas químicas usadas en las guerras foráneas de Estados Unidos durante décadas y ahora se dedica al negocio de la agroindustria, esto de por sí debería ya ponernos en alerta máxima. Además se sabe que estos pesticidas de Monsanto y otros son una de las principales causas de la masiva extinción de abejas que estamos viviendo, lo cual además del daño generado a estos animales tiene consecuencias catastróficas para la supervivencia de la vida sobre la Tierra. Por todo esto, lo anterior representa un enorme peligro para la salud pública y es algo sobre lo cual debemos tener pleno conocimiento y estar alerta ya que atenta contra nuestra salud y nuestras libertades civiles.
Tenemos que tener en cuenta que aunque el ser humano conoce y practica en muchas latitudes la agricultura hace miles de años no era esa la misma agricultura que tenemos ahora, sino un tipo de agricultura no industrializado, no extensivo y orgánico.
Estos factores determinan por completo si ésta es o no es nociva para la salud y el medio ambiente. Es decir, la agricultura en sí no es el problema, sino la manera de hacerlo. La agricultura industrializada, que usa grandes maquinarias, petroquímicos y pesticidas y es realizada de manera extensiva es completamente antinatural, tóxica y devastadora para los ecosistemas naturales. Tales prácticas acaban con los suelos, con las especies vegetales y animales en el lugar de las siembras y a su alrededor, desbalancea totalmente los ecosistemas al ser monocultivos, genera más plagas y por último al llegar al consumidor el alimento producido con estas prácticas un alimento pobre en todos los nutrientes, contaminado con multitud de químicos y metales pesados y por tanto muy nocivo para la salud a corto, mediano y sobre todo a largo plazo. No es raro encontrar millones de personas que padecen las más graves enfermedades como consecuencia de la intoxicación lenta que produce ingerir alimentos convencionales tratados con estos químicos en su cultivo.
Por otra parte y no menos alarmante, millones de hectáreas de bosques nativos a lo largo y ancho del mundo e incluso de la Amazonía han sido y son arrasados hoy para sembrar enormes monocultivos de soya especialmente pero también de trigo, maíz y otros cereales y granos que pueden ser sembrados y cosechados con las modernas técnicas industriales, usando toneladas de pesticidas y produciéndolos rápidamente a bajos costos.
Podemos por tanto afirmar lo siguiente:
Si la agricultura es extensiva es extremadamente dañina para la salud y para el medio ambiente.
Si la agricultura no es orgánica es extremadamente dañina para la salud y para el medio ambiente.
Si la agricultura es industrial es extremadamente dañina para la salud y para el medio ambiente.
Si la agricultura usa semillas transgénicas es extremadamente dañina para la salud y para el medio ambiente.
En cualquier caso, la agricultura no es tan necesaria como nos han hecho creer. Durante cientos de miles de años la especie humana vivió y sobrevivió sin agricultura, solamente con su dieta frugívora natural de frutas, hojas, semillas y nueces. De eso no hay discusión alguna, la fisionomía misma humana no deja cabida para duda. El ser humano es frugívoro y esa es su dieta original natural. Cualquier otro alimento introducido es una alteración de la dieta natural humana. Esto lo tratamos extensamente en el artículo La Dieta Natural Humana.
Por tanto, dentro de esta dieta no solo no se encuentra la carne y los derivados animales, sino que mucho menos granos y cereales como el trigo, el arroz, el frijol, la papa y mucho menos la soya. Estos son productos añadidos miles de años después con el desarrollo de la agricultura y ciertamente no son necesarios para la nutrición ni salud humana y muchas veces son más bien nocivos, en especial como se cultivan hoy. Aun en estado natural son muy altos en carbohidratos, inhibidores enzimáticos y otros anti nutrientes. La única manera de volverlos realmente saludables es fermentándolos y transformando así su misma composición.
Por eso introducir estos alimentos en la dieta, así como la cocción no es un avance en realidad como nos lo tratan de hacer ver sino por el contrario, es un gran retroceso nutricional.
Sin embargo, la agricultura si es hecha adecuadamente, con ética y siguiendo en lo posible las leyes naturales no tiene nada de malo en sí misma. Durante milenios la humanidad consumió productos agrícolas como estos cultivados ancestralmente sin ningún perjuicio para su salud. Pero este no es el caso de hoy día. Desde la Segunda Guerra Mundial hemos estado consumiendo alimentos totalmente contaminados con petroquímicos, pesticidas, fertilizantes, herbicidas entre otros, alterados de todas las formas posibles, incluso genéticamente, lo cual es mucho peor aun, y de todo ello vivimos ya hoy sus consecuencias, una salud general totalmente deteriorada a lo largo y ancho del mundo.
Depender únicamente de máquinas y de químicos en cualquier campo sin duda es una pésima opción en todo sentido. Se niega así la conexión natural y humana, y nos volvemos esclavos de la industria con toda su capacidad destructiva y deshumanizante. Perdemos así con ello toda conexión con el mundo natural, del cual depende nuestra salud totalmente, y con ello también nuestra humanidad.
Lo mejor que podemos hacer por tanto es evitar estos alimentos producidos con agricultura industrial, en especial la soya y el trigo, poderosos alergenos con multitud de contraindicaciones para la salud, y provenientes de esta agricultura industrializada. Igualmente es importante evitar por completo los aceites industriales refinados provenientes de cultivos de soya, maíz, canola, girasol etc. . y utilizar aceites ancestrales naturales como el de coco, oliva, ajonjolí o linaza.
Comprar en lo posible alimentos provenientes de agricultura orgánica es un gran paso sin duda. Esto elimina de nuestra dieta la enorme carga tóxica de los alimentos convencionales repletos de contaminantes. Además apoya al productor independiente y consciente directamente, al que cultiva orgánica y ancestralmente, con cuidado con los alimentos, la tierra y la salud de las personas. Esto ayuda a acabar poco a poco con el gran monopolio de la industria agrícola. En todo caso ya hoy en día es posible conseguir muchos alimentos de todo tipo orgánicos y biológicos hasta en los grandes supermercados, los cuales a veces dedican secciones enteras a ellos. Esto muestra que la demanda de orgánicos ha ido creciendo mucho en estos años y se ha popularizado dado que la gente ha tomado consciencia de las grandes implicaciones de la agricultura industrializada sobre el medio ambiente y su propia salud.
Resulta ideal tener un espacio donde cultivar una parte de nuestros alimentos. Esto es perfectamente posible tanto en el campo como en la ciudad. En la ciudad si tenemos jardines en nuestras casas podremos cultivar allí diversas hortalizas, bayas y hierbas medicinales. Pero aun si no lo tenemos con un pequeño espacio que destinemos iluminado con luz natural y materas o jardines colgantes podremos tener una pequeña huerta. Esto nos da un control total sobre qué sembramos y como lo hacemos, pudiendo cultivar pues nuestros propios alimentos orgánicos, o bueno una parte de ellos al menos.
Debemos ser conscientes que la industrialización a pesar de sus beneficios y las comodidades que aporta ha implicado una profunda involución para la humanidad. La desconexión con la naturaleza y su alteración no vienen libres de consecuencias. Hemos contaminado profundamente la tierra, las aguas y nuestros cuerpos, haciéndonos padecer cada vez más y más graves enfermedades. Así mismo estamos contaminando las fuentes de alimentación y bebida y la tierra donde crecen estos alimentos. Aparte de eso la contaminación del aire y auditiva generada por las grandes maquinarias afecta también nuestra salud y calidad de vida. Y también dañamos a todos los animales y la vegetación que vive en los habitats de cultivo agroindustrial y sus alrededores. Por tanto tenemos la opción de volver a las prácticas naturales y ancestrales y así neutralizar toda esta cadena de enfermedad, devastación y caos generada por la moderna industrialización del campo. Realmente está en nuestras manos.
Fuentes de consulta
-Articulo sobre los enormes peligros de los pesticidas del portal médico Discovery Salud: https://www.dsalud.com/reportaje/los-pesticidas-mucho-mas-peligrosos-de-lo-que-se-reconoce/
-Portal muy completo del Dr Mercola sobre noticias relevantes de Monsanto y alimentos transgénicos: https://transgenicos.mercola.com/
-Sin Trigo Gracias, libro del cardiólogo William Davies
-El Secreto de los Carbohidratos, libro de Sacha Barrio Healey
-Historia de Monsanto- http://www.revistalacomuna.com/internacional/bayer-monsanto-imperialismo-alimentario/
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